El conflicto militar en torno al embalse de Ilisu (Kurdistan) financiado por el BBVA se ha intensificado en los últimos meses.
Tras la continuación de la construcción de la presa de Ilisu y Central Hidroeléctrica en el río Tigris en diciembre de 2014, la zona de obras del embalse ha sido militarizada intensamente. Este hecho alarmante conduce a graves tensiones políticas y violaciones de derechos humanos, además de los impactos sociales, culturales y ecológicos dramáticos esperados en la región afectada. El embalse de Ilisu inundará 12.000 años de legado histórico y pueblos cercanos, desplazará a más de 80.000 personas, y una vasta zona se enfrentará a la destrucción ecológica. el proyecto de embalse de Ilisu está exentó de obtención de informe de Evaluación de Impacto Ambiental y ha sido anulado por varios tribunales. En este momento, aproximadamente el 80 por ciento de la construcción se había terminado faltando por construir la central hidroeléctrica.
Desde agosto hasta el 8 de diciembre 2014 se detuvo la construcción de la presa después de que todos los trabajadores habían renunciado a trabajar como resultado del secuestro de dos subcontratistas por la guerrilla de las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG) (próximos al PKK (Partido Kurdo de los Trabajadores)). Los subcontratistas fueron sueltos gracias a mediación. El HPG ha emitido varias declaraciones en contra del proyecto de Ilisu en años pasados. El HPG denuncia que el proyecto provocará la destrucción en la región y que funcionará como herramienta de asimilación contra la identidad kurda.
A principios de diciembre 2014 nuevos subcontratistas emplean a varios cientos de trabajadores de provincias principalmente no kurdas del resto de Turquía. La gente local no quieren trabajar más ya que consideran cada vez más la presa de Ilisu como una amenaza para su propia vida. Ahora la construcción está "asegurada" por lo menos por 600 soldados más a sumar a los 1.000 soldados existentes. Estos soldados estaban ya presentes en la estación militar y los seis puntos militares alrededor del sitio de la presa. También como parte de este aumento de medidas se utilizan milicias locales . En los últimos meses, más de 100 personas civiles fueron reclutados por el Estado como las milicias en las cuatro aldeas cercanas al embalse. Esto hace que más personas dependan de un conflicto político no resuelto en curso en la región. Igualmente supone una grave amenaza para el proceso de paz que suponía el no volver a militarizar Kurdistán, sino tomar en cuenta a la voz del pueblo en esa región y respetar sus demandas.
Varias decenas de trabajadores, que se quedan a 13 km de la ciudad de Dargecit (Kerboran), van acompañados por tanques cuando conducen diariamente a la zona de obras. La zona circundante ha sido despejada y las cuevas y alrededores del castillo de Hasankeyf se han despoblado. Los caminos que conducen a la zona han sido bloqueados al paso.
El 3 de febrero, el HPG atacó un convoy de máquinas de construcción que estaban en su camino hacia el sitio de la presa. Uno de ellos fue dañado y tres personas resultaron heridas levemente.
En la ciudad de Dargecit varias decenas de vehículos fueron incendiados y muchos han sido dañados. Todavía no se sabe si estos ataques estaban conectados a la presa de Ilisu. Estos ataques aumentaron la tensión entre las personas.
Todos estos acontecimientos prueban nuestro pronóstico de que la construcción de la presa de Ilisu militarizaría de manera importante el sitio de la presa y sus alrededores, y provocaría la violación de derechos humanos. Ellos no son aceptables y es la responsabilidad del Estado, que insiste en la construcción del proyecto más destructivo en Turquía. No se consideran las implicaciones económicas y políticas para Irak, que es completamente dependiente de las aguas del Tigris. La guerra en Irak muestra cómo las infraestructuras de agua grandes, como la presa de Mosul intensificarían los conflictos existentes.
Mientras tanto, otro desarrollo revela una vez más que la ciudad monumental e histórica de Hasankeyf no puede ser trasladada al propuesto "parque arqueológico" cerca de la Nueva Hasankeyf; dos kilómetros al norte de la antigua ciudad de Hasankeyf. Ninguna empresa presentó una propuesta / solicitud a la oferta realizada por el Obras Hidrológicas Estatales (DSI) para reubicar el mausoleo Zeynel Bey a finales de 2014. La razón es clara: técnicamente no es posible trasladar estos monumentos ya que sin duda serían destruidas durante el proceso. También denunciamos que el enfoque de sacar los monumentos de sus entornos particulares del río Tigris es inaceptable.
Desde Kurdistán como desde las comunidades kurdas en Europa se hace un llamado especial a la sociedad y a los responsables políticos civiles de Turquía, Irak, Oriente Medio y el mundo para protestar contra la decisión del DSI para continuar con este proyecto destructivo. Mientras que en los últimos años hemos destacado los impactos sociales, culturales y ecológicos, los últimos acontecimientos nos muestran el potencial aumento de conflictos políticos y sociales. Ahora necesitamos hacer presión política sobre el gobierno de Turquía y los bancos que financian esta obra más que nunca.
BBVA y el embalse de Ilisu
EL embalse de Ilisu está enteramente financiado por los bancos turcos Garanti y Akbank. BUeno, no totalmente turcos, pues Garanti, desde el pasado 19 de noviembre (2014) pertenece en un 40 % al BBVA. En noviembre BBVA compró otro 15% del Garanti por 1.988 millones de euros. Desde 2010 contaba con el 25% este banco que es el segundo en Turquía con 4.200 millones de euros. Pese a controlar sólo el 25 % del Garanti, BBVA tenía cuatro de los nueve consejeros de la entidad, y otro que era decidido con la otra accionista principal, Dogus. Se entiende que ahora todavía tendrá aún mayor influencia en las decisiones del banco. Lo que llama la atención es que pese a las palabras bonitas de su RSC (Responsabilidad Social Corporativa)
En la presentación de los resultados del tercer trimestre, de hecho, el consejero delegado, Ángel Cano, reiteró la satisfacción de BBVA por la marcha de Garanti, que aportó al beneficio del grupo 235 millones de euros, el 19,8% más que el anterior ejercicio. Cano admitió que las tensiones geopolíticas generan volatilidad en la economía turca, pero destacó el enorme potencial de crecimiento y bancarización que existe en el país.